EN ESPAÑA SE TRATA MAL LA SALUD MENTAL

La salud mental en España no se trata adecuadamente. El tratamiento de la  depresión y la ansiedad de nuestro Sistema Público de Salud está de espaldas a la evidencia científica. En España se trata mal la salud mental.

Según la Encuesta Europea de Salud del Instituto Nacional de Estadística (INE), publicada en 2015, el 18,9% de los españoles con 15 o más años había consumido en las dos últimas semanas psicofármacos de tipo tranquilizante, relajante o somnífero; y el 8,4% había consumido antidepresivos o estimulantes. Este consumo es aproximadamente el doble en mujeres que en hombres, aumenta con la edad y disminuye con el nivel cultural. Estos datos sitúan a nuestro país a la cabeza del consumo de psicofármacos en el mundo (en el segundo lugar). El consumo de psicofármacos en España es un 2,7% superior al resto de los países de la OCDE. pincha aqui

Según las principales gas de práctica clínica y las evidencias científicas disponibles el tratamiento con fármacos está totalmente desaconsejado para los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, sobre todo si son leves y moderados. Según las guías de práctica clínica publicadas por prestigiosos organismos como el National Institute of clinical excellence (NICE). Es el tratamiento psicológico de orientación cognitivo conductual el más eficaz para tratar este tipo de desórdenes.

En España un estudio Epidemiológico Europeo sobre trastornos mentales encontró que un 39% de personas diagnosticadas de trastornos de ansiedad en los último 12 meses no habían recibido ningún tratamiento y que sólo el 5,8% de los pacientes con trastornos del estado de ánimo y el 0,9% de personas con trastornos de ansiedad habían recibido tratamiento psicológico. (Codony et als. 2007) pincha aqui

A la luz de estos datos observamos como en nuestro país el incremento de demanda asistencial por este tipo de patologías, reciben como única respuesta del Sistema Nacional de Salud un incremento de la prescripción de psicofármacos, lo que está provocando un incremento de la medicalización de la vida cotidiana.

En Reino Unido, sin embrago la aplicación desde 2008 del programa “improving access to psychological therapies” IAPT ha arrojado resultados muy positivos. En nuestro país un ensayo realizado en Centros de Atención Primaria reveló que la terapia psicológica es tres veces más eficaz que el tratamiento con psicofármacos, alcanzando porcentajes de curación del 70% (67% en los casos de ansiedad y 72% en los casos de depresión, frente al 27,4% y 24,2% obtenidos por el tratamiento farmacológico habitual de atención primaria.

Teniendo en cuenta los resultados de todas las experiencias llevadas a cabo dentro y fuera de nuestro país, podemos afirmar que el acceso a este tipo de terapias psicológicas para paciente con ansiedad o depresión tiene las mejores consecuencias para la salud mental y la calidad de vida de la población tanto a nivel de salud como económico, reduciendo la duración de las bajas, el gasto farmacéutico y eliminado los efectos secundarios que provocan estos fármacos, eliminando el riesgo de dependencia a los ansiolíticos y la yatrogenia para todos estos fármacos.

La alta prevalencia de este tipo de trastornos junto con la elevada prescripción de fármacos han hecho que l aOMs y el Foro económico mundial adviertan de la elevada carga económica que va a suponer tratar estos problemas de espaldas a la evidencia científica. Algunos estudios consideran que la inclusión de psicólogos en los equipos de atención primaria y el desarrollo por tanto de tratamientos eficaces reduciría el gasto sanitario entre un 20 y un 30 %.. Las tasas de recuperación más elevadas, la mejora del funcionamiento en el trabajo, la disminución del número de visitas al médico y la reducción del uso innecesario de los servicios médicos (American Psychological Association, 2012), redunda en el ahorro en términos de costes económicos y sociales, así como en el aumento de la productividad del país, disminuyendo las tasas de discapacidad, desempleo, la morbilidad y la mortalidad prematura de la población (LSE, 2006; Wahlbeck, 2009). En concreto, los datos obtenidos gracias al proyecto IATP de Reino Unido, han demostrado un mayor coste-eficacia y coste-utilidad, reduciendo de forma notable la discapacidad, las prestaciones sociales y los costes sanitarios (Radhakrishnan et al., 2013).

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