Depresión, ansiedad y riesgo de infarto

Ya en 1998 en Departamento de Salud de los Estados Unidos informó que el 66% de los pacientes infartados presentaban algún tipo de trastorno  mental, principalmente depresión y ansiedad. La hipótesis de la relación entre depresión, ansiedad y  riesgo de infarto, se confirmó en un estudio realizado en el Johns Hopkins Hospital con una cohorte de 1190 estudiantes de medicina seguidos durante 40 años.

Los resultados del estudio realizado por los doctores Ford, Mead y Chang encontraron que aunque la prevalencia de la depresión en la muestra no fue superior a la de la población en general (un 12% en el país en aquella época) el riesgo de enfermedad cardiovascular y de infarto de miocardio fue un 2.12 veces superior que en la población sin depresión. El mismo estudio encontró que aún en ausencia de criterios diagnósticos para un episodio depresivo mayor, la sola presencia de de síntomas del síndrome como disforia, tristeza o desesperanza deben considerarse de riesgo. Además el último síntoma se asoció con la muerte súbita.

En algunos trabajos (Pincha aquí) también se ha venido destacando el papel del estrés, de la disforia y la depresión con la posibilidad de padecer un  infarto de miocardio, encontrándose resultados similares a lo enunciado por el Departamento de Salud de los Estados Unidos. En este sentido, The Baltimore cohort of the Epidemiologic Catchmen Area Study evaluó la posibilidad de padecer un Infarto de Miocardio en pacientes con disforia y en pacientes con historia de un episodio depresivo mayor y encontró incrementos del riesgo relativo de 2.07 y 4.54 veces respectivamente.

En relación al pronóstico de las enfermedades cardiovasculares en pacientes con depresión y ansiedad Freasure, Smith y colaboradores encontraron que la mortalidad por causa cardíaca a los seis meses de sufrir un infarto fue del 18% en los pacientes depresivos en comparación con el 4% de los no depresivos. En un seguimiento a los 18 meses, la mortalidad de los pacientes infartados con depresión ascendió al 58%. Los hallazgos mostraron que la depresión es un predictor independiente del resto de factores de riesgo.

 

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