tratamiento del trastorno por estrés postraumático

TRATAMIENTO DEL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO (TEP)

El trastorno de estrés postraumático es una patología con síntomas y causas propias forma parte de los denominados trastornos de ansiedad. Aparece en personas que han estado expuestas a una circunstancia vital que consideran potencialmente amenazante para su integridad física o para su vida o la de terceros, o en terceras personas que han oído o vivenciado a través de imágenes, relatos o noticias éstos acontecimientos. Por tanto, la mera exposición a imágenes traumáticas puede provocar los síntomas en personas que no se encontraban en el lugar de los hechos. Afortunadamente, la terapia cognitivo conductual se ha mostrado eficaz en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático (Pincha aquí)

El papel de los medios de comunicación es crucial para disminuir el impacto que las noticias sobre catástrofes accidentes o atentados terroristas sobre personas allegadas o no puedan tener sobre la salud mental de las personas que no han estado en el escenario del trauma. Incluso estas personas pueden padecerlo y por tanto ser beneficiarias del tratamiento del trastorno de estrés posttraumático.

La difusión de imágenes escabrosas o detalles truculentos como las difundidas durante los atentados del 11S, 11M o el accidente de Spanair en Madrid, en los que se recreaban tanto las imágenes de los cadáveres como los olores y circunstancias personales o últimos mensajes de los fallecidos, lejos de informar, pueden provocar en el oyente síntomas similares a los que aparecen a continuación y evitación ansiosa de lugares que antes de recibir la información no generaban en la persona ansiedad alguna ni conductas evitativas.

El individuo a estado expuesto a un acontecimiento traumático (Pincha aquí) en el que:

  • Ha experimentado, presenciado o le han explicado uno o más acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás (por ej. guerras, atentados o catástrofes)

  • Ha respondido con temor, desesperanza o un horror intensos

El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de una o más de las siguientes formas:

  • Recuerdos del acontecimiento, recurrentes e intrusos, que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones.

  • Sueños de carácter recurrente, sobre el acontecimiento, que producen malestar

  • El individuo actúa o tiene la sensación que el acontecimiento traumático esta ocurriendo (por ej. sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y flashbacks)

  • Malestar psíquico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático

  • Respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático

Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:

  • Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático

  • Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma

  • Incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma

  • Reducción importante del interés o de la participación en actividades sociales o laborales

  • Sensación de desapego o enajenación frente a los demás

  • Restricción de la vida afectiva (por ej. incapacidad para tener sentimientos de amor)

  • Sensación de un futuro desolador (por ej. no tener esperanzas respecto a encontrar una pareja, formar una familia, hallar empleo, llevar una vida normal)

Síntomas persistentes de aumento del estado de alerta (ausentes antes del trauma), tal y como lo indican dos o más de los siguientes síntomas:

  • Dificultad para conciliar o mantener el sueño

  • Irritabilidad o ataques de ira

  • Dificultad para concentrarse

  • Respuestas exageradas de sobresalto

Estas alteraciones duran más de 1 mes y provocan un malestar significativo o deterioro de las relaciones sociales, la actividad laboral o de otras áreas importantes de la vida de la persona.

Las personas que han emigrado recientemente de áreas con disturbios sociales y conflictos civiles importantes pueden presentar una mayor incidencia de trastorno por estrés postraumático. Estos individuos pueden mostrarse especialmente reacios a divulgar sus experiencias relativas a torturas y traumatismos debido a la vulnerabilidad de su status político como inmigrantes. Para diagnosticar y tratar correctamente a estos individuos suele requerirse una valoración específica de sus experiencias traumáticas.
En los niños mayores las pesadillas perturbadoras sobre el acontecimiento traumático pueden convertirse, al cabo de varias semanas, en pesadillas generalizadas, donde pueden aparecer monstruos, rescates espectaculares o amenazas sobre ellos mismos o sobre los demás. Los niños no suelen tener la sensación de revivir el pasado; de hecho, la reexperimentación del trauma puede reflejarse en juegos de carácter repetitivo (p.ej., un niño que se vio implicado en un grave accidente de tráfico lo recrea en sus juegos haciendo chocar sus coches de juguete). Puesto que para un niño puede ser difícil expresar la disminución del interés por las actividades importantes y el embotamiento de sus sentimientos y afectos, estos síntomas deben ser objeto de una cuidadosa valoración mediante el testimonio de los padres, profesores y otros observadores. En los niños la sensación de un futuro desolador puede traducirse en la creencia de que su vida no durará tanto como para llegar a adulto. También puede producirse la «elaboración de profecías», es decir, la creencia en una especial capacidad para pronosticar futuros acontecimientos desagradables. Los niños pueden presentar varios síntomas físicos como dolores de estómago y de cabeza.

En relación a la prevalencia, los estudios basados en la comunidad revelan que la prevalencia global del trastorno por estrés postraumático oscila entre el 1 y el 14%, explicándose esta variabilidad por los criterios diagnósticos empleados y el tipo de población objeto de estudio. En estudios sobre individuos de riesgo (p.ej., veteranos de guerra, víctimas de erupciones volcánicas o atentados terroristas) pueden encontrarse cifras de prevalencia que van del 3 al 58%.

En cuanto al Curso, el trastorno por estrés postraumático puede iniciarse a cualquier edad, incluso durante la infancia. Los síntomas suelen aparecer en los primeros 3 meses posteriores al trauma, si bien pueden haber un lapso temporal de meses, o incluso años, antes de que el cuadro sintomático se ponga de manifiesto. Con frecuencia, la alteración reúne inicialmente los criterios diagnósticos del trastorno por estrés agudo. Los síntomas del trastorno y la predominancia relativa de la reexperimentación, comportamiento de evitación, y síntomas de activación (arousal) pueden variar ampliamente a lo largo del tiempo. La duración de los síntomas muestra considerables variaciones; la mitad de los casos suele recuperarse completamente en los primeros 3 meses; en otras ocasiones todavía pueden persistir algunos síntomas más allá de los 12 meses posteriores al acontecimiento traumático.
La intensidad, duración y proximidad de la exposición al acontecimiento traumático constituyen los factores más importantes que determinen las probabilidades de presentar el trastorno. Existen algunas pruebas que demuestran que la calidad del apoyo social, los antecedentes familiares, las experiencias durante la etapa infantil, los rasgos de personalidad y los trastornos mentales preexistentes pueden influir en la aparición del trastorno por estrés postraumático. Este trastorno pueden aparecer en individuos sin ningún factor predisponente, sobre todo cuando el acontecimiento es extremadamente traumático.

En la actualidad el tratamiento psicológico cognitivo conductual se ha mostrado eficaz para el abordaje de esta y otras patologías relacionadas con la ansiedad. (Pincha aquí)

0